Texto de Cristiana Rinaldi
Hoy se ha ido un ángel precioso para mí, un ser que sin palabras me ha dicho mucho, me ha contado mucho sobre lo que es la vida. Sin necesidad de hablar me permitía ver la vida a través de lo sencillo que es todo en realidad, cuando la mente no manipula. Los animales te enseñan que no hay que buscar todo el rato, te enseñan que lo esencial ya lo tienes. Está en ti y está en las pequeñas cosas en las que a veces no prestamos atención por lo ocupados que estamos. Grandes maestros sin estudios ni manuales, viven según leyes naturales escritas en la piel de la tierra… Son una inspiración para los pensamientos más puros, más limpios. Aman desde el amor, ese amor tan puro, tan transparente, tan incondicional. Y te permiten sentirlo, sentir la manifestación pura del amor, amor de principio a fin, cuidando un ser por el simple hecho de cuidar, sin nada a cambio, sin un porqué, sin un fin. Y en ese amor la vida se manifiesta. Sentir de ser a ser, reconocerte de ser a ser, sin comparación, sin excusas, sin motivos. Te hacen entender que cuidar y ser cuidado son necesidades naturales que nos hacen sentir más plenos, más reales, más nobles. Puro instinto, pura esencia, puro amor, sin más. Te regalan la mejor versión de ellos, la natural, la única. Te dan y te hacen sentir amor del grande, del profundo, amor que te conecta al resto del universo, al todo. A través de uno los amas a todos. Aunque cada uno de ellos es único, espacial e insustituible. Te enseñan que detrás de todo, en este mundo, hay amor, y que si no hay amor no hay vida. Trabajar con amor, bailar con amor, amar con amor, sentirse con amor y morir con amor…
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